Cuando María se acostaba y su habitación quedaba a oscuras le pasaba que no podía cerrar los ojos, ¡porque entonces venían todos! Venían gigantes de sonrisas sin dientes, un pingüino caníbal, un p...

Cuando María se acostaba y su habitación quedaba a oscuras le pasaba que no podía cerrar los ojos, ¡porque entonces venían todos! Venían gigantes de sonrisas sin dientes, un pingüino caníbal, un par de zapatos aplastadores, una bicicleta loca… Y además le pasaba que no se lo podía explicar a nadie porque era un secreto… ¡Tener un secreto como aquél era algo horroroso! ¡Y si nadie sabía nada, nunca nadie la podría ayudar! ¡Estaba sola!

Pero una tarde conoció al señor Cólera, y tuvo una idea:¿Y si le explicaba su secreto? Al fin y al cabo el señor Cólera no era ni un padre, ni una madre, ni una abuela, ni una maestra, ni una compañera de escuela… ¡Era una oruga! Y quizá le podría ayudar…